miércoles, 12 de noviembre de 2008

Cerca-Lejos

El otro día reflexionábamos sobre el tiempo que pasamos juntos y nos sorprendía el hecho de que cuando eramos novios, cuando no vivíamos juntos, teníamos más tiempo para compartir...Las tardes parecían eternas sentados en aquel sillón, los dos a solas...Parecía que hasta se nos agotaban los temas de conversación, en cambio ahora, es casi increíble que nos tengamos que llamar al celular en horas de trabajo para contarnos algo importante que "no hubo oportunidad" de hablar la tarde o la noche anterior...

Cómo cambia la vida de una "pareja" cuando se hace "familia", si, si, podría decir que cambia a mejor, que es maravillosa, peero...De vez en cuando se extraña ir de la mano por la calle con el marciano amado sin llevar cada uno un enano o las bolsas de las compras a cuestas; o acostarnos en un sillón abrazados a ver una película sin que alguien se cuele entre los dos con un juguete ruidoso o un cuento por contar; o comer tranquilamente sentados a la mesa sin otra distracción más que mirarse a los ojos de bocado en bocado...

Procuramos de vez en cuando, sacar a la luz aquellos momentos que extrañamos -la mayoría de las veces mientras los niños duermen- y darnos el espacio compartido que tanto necesitamos.
No es fácil porque el cansancio y el peso del día a día van en contra de robarle al sueño el tiempo para estar solos sobretodo en personas como yo, con alma de oso hibernante, que soy la primera en quejonearme y poner excusas...Pero luego, agradezco en el alma que mi marciano me convenza, porque gracias a su persistencia vivimos momentos preciosos, como el de ayer, que nos recuerdan cuán enamorados estamos y que funcionan como puentes para salvar las distancias que la vida cotidiana se empeña en alargar entre dos que se aman y que viven juntos pero no solos.